lunes, marzo 16, 2009

POMPER EL VASO...


Miraba el vaso al borde de la mesa, preocupado de que fuese a caerse.
Es un rito de pasaje, tuve ganas de decir; es lo prohibido, los vasos no se rompen adrede. Cuando estamos en los restaurantes o en nuestras casas, procuramos que los vasos no queden al borde de la mesa. Nuestro universo exige que tengamos cuidado para que los vasos no caigan al suelo; sin embargo, seguí pensando, cuando los rompemos sin querer, vemos que no era tan grave. El camarero dice, "no se preocupe". Nunca en mi vida he visto en la cuenta de un restaurante que hayan incluido el precio de un vaso roto. Romper vasos forma parte de lo cotidiano de la vida y no nos hacemos daño a nosotros, ni al restaurante, ni al prójimo.
Moví la mesa; el vaso se bamboleó, pero no cayó. ¡cuidado!, me dijeron, instintivamente -rompe el vaso- insistí, ¡rompe el vaso!, pensaba para mí; yo rompí dentro de mi cosas mucho más importantes que un vaso, y me siento feliz de haberlo hecho. MIRA TU PROPIA LUCHA INTERIOR Y ROMPE ESE VASO; pensaba.
Porque nuestros padres nos enseñaron a tener cuidado con los vasos y con los cuerpos. Nos enseñaron que las pasiones en su justa medida las podemos dominar y que nadie sale de viaje sin saber a dónde va.
Romper ese vaso y liberarnos de todos esos conceptos malditos, de esa manía de tener que explicarlo todo y hacer solo aquéllo quqe los demás aprueban.
-Rompe ese vaso- le dije con la mirada, luego de clavar la suya en la mía, despacio deslizo la mano hasta tocar el vaso y con un rápido movimiento, lo empujó al suelo.
El ruido del vidrio roto llamó la atención de todos, en vez de disfrazar el gesto con alguna petición de disculpas, el me miraba sonriendo, y yo le devolví la sonrisa.
-No tiene importancia- gritó, el chico que atendía las mesas, pero lamentablemente, mi amigo no lo escuchó.

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